miércoles, 24 de septiembre de 2025

El último gol de Sáenz Peña - de Paula Marrón en Teatro del Pueblo

El paso del tiempo es inevitable y con él llegan incansables sensaciones, recuerdos y justificaciones de lo que nos pasa. Las frustraciones que condicionan nuestros pasos, las amistades que sostienen y abrazan esos pasos, los vínculos que permanecen incluso cuando todo parece desvanecerse. En esta obra se construye una triangulación hermosa: no solo se despliegan humanidades individuales, sino la conjunción de afectos, la fuerza de lo compartido. Es una oda a la amistad: a la que fue pero sigue siendo, a la que se reconoce en la memoria y cobra valor en su persistencia. Hay en quienes actúan una confianza especial en evocar emociones que nacen de recuerdos, anhelos y deseos. La puesta transcurre en un escenario de apariencia simple pero cuidadosamente fotografiado, con un ritmo sutil y una cadencia que alivianan la pesadez de la nostalgia. Todo esto a partir de un hecho mínimo y a la vez inmenso: un penal errado hace más de treinta años, un gol que no fue y que, sin embargo, desencadena todo lo que hoy vuelve a ponerse en juego. La obra está atravesada por la fragilidad: la de un padre que se reconoce a su hija, y en ese vínculo encuentra fuerza; la de un amigo que entiende que lo mejor aún está por suceder, siempre que no olvidemos que la vida es finita; y la de una hija que acompañó muy de cerca los pasos de su padre. Este homenaje barrial se levanta desde la zona sur del conurbano bonaerense, precisamente desde Burzaco y el relato encuentra su espesor en la nostalgia, pero no se deja atrapar por ella. Hay humor, hay ligereza, hay momentos de sonrisa incluso con el nudo en la garganta. Hay un trabajo actoral que llega directo al corazón, sin golpes bajos, sin distinciones de edad ni experiencias, proponiendo un encuentro sensible y honesto. El recurso narrativo de introducir a un personaje que, casi al pasar, menciona su dificultad para encontrar finales en lo que escribe, parece un detalle menor en el entramado de la dramaturgia. Sin embargo, esa mínima confesión se resignifica al final de la obra: cuando el relato encuentra su propio cierre, también se ilumina esa imposibilidad inicial y que el cierre no es necesariamente el de una obra. Es un gesto delicado y potente a la vez, que transforma una observación casual en una clave poética para leer todo lo que se vivió en escena. Al salir de la función supe que la historia tiene un anclaje real, aunque como toda escena también porta su cuota de ficción. Descubrir que esa pérdida se corresponde, en realidad, con la del propio padre de la autora a quien mantiene vivo en la memoria y en el relato, abre un nivel adicional de lectura. Habla de una fuerza creativa capaz de transformar lo personal en universal, de expandir la pérdida hacia una experiencia compartida. Celebro que ese dato no sea el cartel de la obra, sino su raíz más íntima: un “desde donde” que le da densidad y autenticidad. En definitiva, "El último gol de Sáenz Peña" es un teatro que asume la memoria y la pérdida, pero también la potencia del barrio, de la amistad y del deseo. Es un teatro actual, que honra su lugar de enunciación y se atreve a complejizarlo. Un teatro que encuentra en lo mínimo de un gol que no fue la posibilidad de hablar de lo esencial y que eso significa salir campeón: un gol al porvenir.

El último gol de Sáenz Peña - de Paula Marrón en Teatro del Pueblo

El paso del tiempo es inevitable y con él llegan incansables sensaciones, recuerdos y justificaciones de lo que nos pasa. Las frustracio...