lunes, 2 de junio de 2025
La Ceremonia de y con Tomi Soko en Café Artigas
Vi esta obra muchas veces. En estos diez años, fui testigo de su existencia mutante. La vi nacer, cruda, vomitada desde un lugar de urgencia existencial que fue (a mi entender) su verdadera raíz. Y la volví a ver, una y otra vez, cambiando de forma, adaptándose, sobreviviendo. Porque sí: esta obra decidió seguir existiendo.
Y yo quiero que se vea. Quiero que se vea porque algo de su lenguaje, de su entrega, de sus ganas permanentes, sigue descolocando como adefesio del circo, como adefesio del teatro, o como obra en sí misma. Porque creo sinceramente que es un material adelantado a su tiempo.
Admiro profundamente a Tomi: como ideólogo, como intérprete, como cuerpo en escena. Hay en su hacer una entrega absoluta, un estar al servicio de algo que lo desborda y que, sin embargo, siempre elige defender. Ese no sé qué que lo deja a merced de sí mismo frente al público. No es poco. De hecho, es un montón. Un hermoso montón.
Como colega, como amigo, a veces es difícil ser imparcial. Y, en este caso, ni siquiera lo intento.
Quiero destacar la identidad política de esta obra: ese núcleo incómodo que nos empuja a pensar sobre la posición frente a una idea propia o impuesta.sobre quién la sostiene, qué hace con ella, y cómo se desvive por perpetuarla.
También me interesa señalar que, tras verla tantas veces, noté un viraje: el mensaje no ha cambiado, pero el medio sí. La obra parece haber tomado un tinte más entretenido, más funcional quizás, lo que me deja pensando si, en ese camino, no se ha diluido un poco el punto de emergencia que motivó su creación.
Aun así o quizás por eso, la corporalidad y las escenas siguen siendo un canal potente: comunican desde la palabra y desde el cuerpo, en coherencia con una temática central que es la del fracaso del poder, y su decadencia al intentar sostenerse.
Y a pesar de que esta obra ya tiene su tiempo, sigue siendo más actual y necesaria que nunca. Porque hay algo profundamente valioso en ese trabajo de derrumbar las ideas a fuerza de exprimirlas, de llevar al límite la necesidad de "vender" un posicionamiento frente a algo, o de parodiar la reproducción de una idea a cualquier costo.
Hoy, esta obra es tanto un reflejo de la sociedad como del camino transcurrido en ella.
Esta obra sigue dando pelea. Y eso, hoy, es mucho.
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