miércoles, 11 de junio de 2025
Oscuro brillante de Ana Laura Osses en El Sabato espacio cultural
Escribí este texto hace un tiempo, después de ver la obra en el Centro Cultural Sabato. Hoy, al enterarme de que Oscuro Brillantes inicia su primera gira por España, siento que es un buen momento para compartir lo que me dejó esta experiencia. Esta obra desafía la paciencia, la lógica narrativa y la necesidad de comprensión inmediata. Teje lentamente su propio imaginario: amorfo, versátil, sutil, por momentos somnífero. Es un trabajo que pide otra temporalidad, otro ritmo. Uno más cercano al de la naturaleza que al de la cultura del consumo inmediato. Las imágenes que construye emergen con una delicadeza casi imperceptible. Hay una minuciosidad constante, un devenir sutil que se asemeja al paso del tiempo mismo. Los cuerpos en escena parecen estar a merced de la desaparición, y a la vez en una entrega constante por volver a aparecer. En esa tensión entre presencia y ausencia se juega gran parte de la potencia de la obra. La iluminación cumple un rol que no sabría definir, acompaña, produce sentido. Las sombras, los destellos, las penumbras configuran un paisaje sensorial en el que la danza se transforma en un complejo cuadro energético. La escena se vuelve por momentos un útero, una cueva, una galaxia. Todo es oscuro y brillante a la vez: denso, etéreo, suspendido. Pero también, roza la facilidad por abandonar lo que sucede. Este no es un trabajo que ofrezca conclusiones. No busca eso. Y probablemente ahí radique parte de su existencia. Se apoya en una exploración profunda de cuerpos que no buscan ser decodificados. Cuerpos que se desarman, se repliegan, se transforman. No hay certezas, ni estructuras fijas dentro de la composición. Hay búsqueda. Hay escucha. Hay presencia. No es una obra para cualquiera. No es entretenimiento. No pretende ser siempre igual. exige una predisposición activa del espectador: estar ahí con atención plena, sostener la mirada, abrirse a una narrativa que se construye desde el cuerpo, con el cuerpo y hacia el cuerpo. Las fotografías que se esculpen en escena tanto individuales como en conjunto promueven una pregunta constante sobre el origen de lo que se ve ¿de dónde nace este movimiento? ¿qué historia trae ese gesto? ¿cuánto silencio habita en ese instante? El goce de este tipo de obras está en entregarse a lo que sucede sin necesidad de explicarlo todo. En aceptar que hay una comprensión que es intelectual, sí, pero también y sobre todo corporal/sensorial. Ana y les interpretes construyen un espacio poético que, sin necesidad de decir, dice. Que sin necesidad de explicar, comunica. Oscuro Brillante es una experiencia de contemplación activa, una obra que habita con fuerza y sin apuro los pliegues del tiempo, de la imagen y del cuerpo.
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