domingo, 29 de junio de 2025
Poético sería tirar una pared y que estés vos del otro lado - De Juan Tupar Soler en Savia cultural
La obra transcurre en una especie de tiempo suspendido: una a ctualidad muy actual entretejida con una nostalgia noventosa que se cuela en imágenes, objetos, gestos y referencias. El zigzag entre lo analógico, los comienzos de la digitalización y los hashtags construye un paisaje reconocible, íntimo y curioso, donde conviven lo tierno y lo absurdo.
Se trata de una propuesta para todo público, pero con guiños muy certeros para quienes habitan o han habitado el mundo del teatro/cine. Hay algo lúdico que remite a lo infantil, pero sin infantilismo: como una nube que, liviana y persistente, puede invadir cualquier aspecto de la vida adulta.
La puesta en escena se sostiene sobre una idea simple, sin pretensiones grandilocuentes, pero atravesada por gestos y detalles que complejizan esa misma sencillez. Esta aparente liviandad es el resultado de una dirección clara, concreta, y de un trío actoral extraordinario: los tres intérpretes son muy buenos, y asumen su papel dentro de este nubarrón sensible con entrega, sutileza y humor. Cada quien desde su singularidad aporta algo indispensable al equilibrio escénico, logrando que el conjunto funcione.
No esperaba el nivel ni la eficacia cómica que manejan, pero los tres logran construir un lenguaje compartido que se alimenta de lo natural, de lo inesperado en cualquier situación cotidiana. Hay hallazgos brillantes en las situaciones, los textos y las corporalidades, sostenidos con una armoniosa frescura.
Lo más entrañable de la obra es la ternura que la atraviesa de punta a punta: no como una pose, sino como una ética sensible del relato. Hay una claridad conmovedora en cómo se vuelve poética la fragilidad, en cómo se resignifica lo “chiquito” como portal hacia lo importante. La idea de una pared que separa y al mismo tiempo une se vuelve metáfora pero también acción escénica, lenguaje, juego y efecto
La obra, además, construye un vínculo sutil con el cine: no solo por referencias explícitas, sino por su mirada fotográfica, el cuidado en los relatos, la forma en que se usan los encuadres, y por cómo juega con la cámara como dispositivo de traducción entre mundos (el del escenario, el del espectador, el del personaje). Incluso se permite deslizar, sin subrayar, ciertas críticas al mundo del arte, a la representación, al artificio, al "estar frente a alguien".
Sin alardes, sin buscar la complejidad por acumulación, "Poético sería tirar una pared y que estés vos del otro lado" es una pieza de elegante poder intelectual sin asomarse jamás a la pedantería.
Es una obra que se ofrece con ternura, con humor, con pequeños detalles que hacen del transcurso algo extrañamente gentil. Una experiencia muy agradable nostalgica y calma que nos invita no solo a “creer” lo que vemos, sino a creer en lo que está o podría estar detrás de cualquier pared.
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