miércoles, 23 de julio de 2025
OFI (otro fatal intento) - de Agustín Soler, en Café Artigas
Hay algo ineludible en OFI: la construcción minuciosa de sus personajes. Desde lo interno y lo externo, los tres intérpretes dibujan, con precisión caricaturesca, el lugar que ocupan dentro de una sociedad que se muestra decadente y opresiva. Son personajes tan reconocibles como cercanos: figuras que todos hemos visto alguna vez, o incluso habitado, en esos entornos donde el trabajo ya no es solo un medio de vida, sino una cárcel de rutinas y miserias compartidas.
Las tres actuaciones son excelentes. Cada intérprete parece desarrollar un humor propio: uno desde la ingenuidad, otro desde lo grotesco, otro desde la timidez. Tres registros distintos que no compiten, sino que dialogan, y encuentran juntos una comunión que rápidamente se traslada al público. Lo que podría ser solo comedia liviana se vuelve entonces algo más: una risa cargada de sentido. Es un humor que no se disfraza de complejidad, pero que está lleno de matices, y que jamás pierde de vista lo que la obra quiere decir.
OFI no nos deja escapar de su poesía. La risa no anula el mensaje y en esta pieza, el humor se convierte en herramienta para exponer las tensiones de un sistema laboral que agobia y explota . Reírnos del sistema de castas, del delirio burocrático, de lo grotesco que puede volverse lo humano, es liberador. Pero esta obra también nos recuerda que esas risas tienen límites: que es necesario cuidar la mirada hacia quienes, como un encargado de edificio o un trabajador precarizado, pueden ser víctimas de un engranaje que los excede. Acá el humor nunca pierde la humildad, y ahí radica gran parte de su fuerza.
La puesta es sencilla, funcional, pero completamente adecuada al tono de la obra. Los momentos de absurdo que aparecen dentro del propio absurdo son particularmente potentes, y logran romper la linealidad sin perder el hilo del relato.
En lo corporal y en lo vocal, el trabajo de los tres intérpretes es notable: cada gesto, cada detalle, contribuye a esta creación que se siente orgánica, fluida y a la vez meticulosamente pautada. Lo interesante es cómo logran que el juego dentro de lo pautado se perciba natural, casi improvisado, cuando en realidad está sostenido por una dirección muy clara.
Este es el tercer trabajo que veo de Agustín Soler, y es llamativo cómo mantiene un sello personal en esa mezcla de humor, extrañeza y sensibilidad pero con características distintas en cada proyecto. OFI reafirma su capacidad de crear universos pequeños, reconocibles y dolorosamente actuales, donde la risa no es un escape sino más bien es una forma de soportar el peso de la reflexión.
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