lunes, 29 de septiembre de 2025

Cheto, cheto. Boom, boom - De Lucas David en El Extranjero

La obra se instala como una radiografía brutal de un futuro que en realidad ya está entre nosotros. Un futuro desolador reservado a unos pocos, donde el privilegio se refugia en su propia burbuja mientras el mundo alrededor se derrumba. La desesperanza de la actualidad late en cada gesto, en cada palabra, y de ahÍ brota la urgencia ¿qué pasaría si dejáramos de creer siquiera en la idea de un mundo menos desigual? En esta reunión distópica, casi futurista pero demasiado cercana, los personajes encarnan estereotipos reconocibles al instante: el fetichismo de clase, el discurso egoísta, los privilegios de género y dinero puestos en escena con crudeza y sarcasmo. Su lenguaje aberrantemente cercano a lo real incomoda porque lo escuchamos todos los días en forma o contenido. No es solo parodia, es un recordatorio. Refugiados en un country de Pilar por una revuelta social, discuten/disfrutan durante un año de encierro sin mirar más allá de sus narices, despreciando las necesidades ajenas y entregando su destino a los defensores del orden, ese orden que siempre juega a su favor. Entre coreografías, drogas, alcohol y una nostalgia puber-idiota que caricaturiza a su propio sector, emergen roces ideomáticos que se resuelven con mansplaining, manipulaciones y minimizaciones varias. El poder opera como regla inviolable, ni la inteligencia ni la sensibilidad logran domarlo: son la fuerza y la posición social las que deciden. “Cheto, Cheto. Boom, Boom” empuja la sátira al extremo, ridiculizando lo más recalcitrante de la idiotez ideológica. Los fundamentos vacíos, los roles de género enquistados, la fe ciega en un sistema de castas: todo se convierte en material para reír, pero también para sentir el escalofrío de lo demasiado real por lejano que lo tengamos. Y entonces llega el quiebre. Un pasaje que rompe el código de la farsa y abre otra sensación: la de "la no pertenencia". Ahí, lo que parecía intocable se resquebraja, y nos recuerda cómo incluso la juventud puede abrazar con ferocidad discursos reaccionarios, llevándolos hasta sus consecuencias más extremas, las que no tienen vuelta atrás, las que terminan con vidas incluso muy cercanas. Esa fragilidad del límite entre la risa y la alarma, entre la parodia y la omnipotencia que deja al descubierto cómo y quién se va a salvar en caso de necesitarlo. Varón y ayudado por papá. Obvio.

Cheto, cheto. Boom, boom - De Lucas David en El Extranjero

La obra se instala como una radiografía brutal de un futuro que en realidad ya está entre nosotros. Un futuro desolador reservado a unos...