lunes, 1 de septiembre de 2025

Los cuidados - de y con Luciana Bayón, con dirección de Pablo Delía en Felisberto Teatro

La experiencia de "Los cuidados" abre múltiples aristas y, aunque no sea lo esencial, me resulta inevitable preguntarme cuál de ellas prima ¿Es una militancia posmoderna y anti-fascista, lúcida y bien lograda? ¿Es, más bien, la necesidad vital de Luciana de compartirse y exponerse? ¿O se trata de un revisionismo individual que interpela al espectador desde la empatía, con una postura clara y sin titubeos frente a las desigualdades que la derecha instala y reproduce? Tal vez no importe precisar el origen. Lo cierto es que, en el binomio ágil y preciso entre Pablo y Luciana, la obra nos lleva con sencillez y cercanía por experiencias personales que terminan por enmarcar a una gran parte de nuestra sociedad. Y al mismo tiempo, le guiña un ojo a la colectividad artística, esa que padece, pero también asume, una elección de vida que grita: “no voy a trabajar para ningún viejo de mierda”. Sin conjeturas apresuradas, el recorrido de la obra busca exponer el daño cultural provocado por las políticas de extrema derecha: un daño que no se limita al futuro, sino que golpea de lleno al presente de quienes intentamos resistir. Con un tono crudo-cómico, se evidencian razones, contradicciones y heridas que resuenan en la experiencia colectiva. La puesta juega, además, con imágenes, proyecciones y señalamientos en vivo, erradicando cualquier fetichismo por lo obvio. Esa operación desenmascara una verdad: las pequeñas minorías tienen su propia batalla, un territorio que absurdamente aún hay que conquistar, aunque no sea ajeno al desastre colectivo que vivimos como mayoría. La obra se permite ser osada, incluso vulgar, para ridiculizar a los sectores privilegiados los recontra chetos y, a la vez, mostrar una semejanza inevitable: la plata, la guita. Esa contradiccion incómoda no se evade, se enfrenta. Y si algo queda claro es que, con esa guita, jamás la usaría para ir a Miami en búsqueda de un Ken o una Barbie. Porque los deseos son propios y se construyen en resistencia, no se heredan de normativas que encasillan. El dispositivo escénico es relajado, desordenado y a la vez controlado. Ese “caos armonioso” permite a Luciana y Pablo desplegar diálogos perspicaces, vínculos vivos y una relación genuina con el público. Los cuidados" funciona como vitrina de necesidades y como puerta abierta para preguntarnos y repreguntarnos qué significa cuidar y cuidarse. Se ponen en tensión frases hechas, se atraviesan pensamientos comunes y se intenta, con humor y lucidez, torcerlos hacia nuevas formas de pensarse. El resultado no pesa, no carga de más. Entre risas y listas, la obra consigue habilitar un debate sano, interno, que persiste más allá de la función. Una obra sencilla y que pisa fuerte, necesaria y contundente, extraordinariamente cerrada en la armonía de su propio caos.

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