Soy lo que quieras para que me quierasss - de Violeta Marquis con dirección de Agustín Rittano, en Fundación Cazadores
"Soy lo que quieras para que me quierasss" se despliega desde una arquitectura bizarra y punzante que convierte a la obra en su propio punto de partida. Es teatro sobre el teatro, arte sobre el parásito del arte, un dispositivo que se alimenta de sus propias contradicciones y las devuelve amplificadas. Un bucle tan real como maravillosamente bien nutrido: vivir de aquello que te incomoda, y que esa misma molestia sea, a la vez, el motor para seguir viviendo.
La puesta se mueve en un registro acartonadamente natural, aparatosamente espontáneo, donde todo late “en segundo grado”. Cada gesto parece consciente de sí mismo; cada chiste, un comentario sobre su existencia; cada escena, una pregunta disfrazada de obra. Y en ese juego metateatral se sostiene una propuesta tan inteligente como minuciosa, de una teatralidad con pulso cinematográfico y una atención obsesiva por su propio código.
La obra dialoga de frente con su audiencia. No ruega empatía: la genera desde sus afirmaciones, sus reflexiones lanzadas como si ya estuvieran dadas por sentado. Lo discursivo y lo corporal se entrelazan para exponer con lucidez el cinismo estructural que permite la creación, reproducción y consumo del arte contemporáneo. Y también su precariedad emocional, el espectáculo como una ofrenda patética, adorable, desesperada en busca de validación.
Las actuaciones son el sostén fundamental de este mecanismo. Las intérpretes encarnan este tejido de factores sin dudar, abrazando lo ridículo, lo inteligente y lo doloroso al mismo tiempo. Desde ese cruce nace un humor envolvente, repetitivo, eficaz, que construye un universo bizarro donde lo controversial se vuelve lúdico, un acercamiento devocional lésbico narrado con agudeza, ternura y un filo muy bien afilado.
Porque acá hay mucho. Muchísimo. Un material que no sólo invita a pensar, sino que pide ser compartido, discutido y elucubrado internamente. La obra instala preguntas sobre la aprobación, la banalidad como forma de sobrevivir, las ansias de relevancia, la vergüenza del deseo, el peso y la liviandad del mundo artístico. Una apuesta al caballo tan ganador como perdedor. Audaz, polémica y exponencialmente autoreferencial.
La trama, disfrazada de farsa doméstica, es apenas el punto de apoyo.
Una empleada domestica se enamora de su patrona, una mujer perdida en la búsqueda de sentido, que deposita en el arte una salvación precaria. Engañada por una construcción virtual y emocional, se siente atrapada y atraída por aquello que no entiende. En paralelo, otra empleada compite por ese amor-laboral, seduciendo mediante otro engaño para conquistar a su futura empleadora.
Ese enriedo desenmascara el corazón del trabajo, la naturaleza humana, la hipocresía, la lucha de clases, el deseo como fuerza absoluta, la represión, la construcción no lineal ni romántica de una obra de arte y toda su carga simbólica, emocional y social.
"Soy lo que quieras para que me quieras" es una pieza que se ríe de sí misma y nos deja, a la vez, un esbozo de pregunta incómodo ¿qué hacemos o estamos dispuestos a hacer por amor, por ser mirados, por sentirnos importantes? ¿Qué obra hacemos de nosotros mismos?
Una apuesta directa y lúcida sobre el arte en general, el amor y nuestras peores y mejores versiones en escena o en la vida cotidiana.
